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La grieta, la realidad distorsionada
Varios hechos ocurridos en la Argentina, dejan al desnudo que vivimos fuertemente divididos, la sociedad está separada y esto parece estar promovido y fomentado por distintos actores sociales. La verdad y la realidad ya no importan, los acontecimientos son interpretados según las propias convicciones. Para que este fenómeno sea posible, entran en juego también, mecanismos psicológicos que subyacen a la consciencia.
Todo está teñido por ideología, pero lamentablemente el fanatismo guía de manera desmedida las creencias y acomoda la realidad en función de nuestras ideas. Esta distorsión de la verdad en el discurso de una gran mayoría de personas es llamativa. Los periodistas deberían atenerse a lo que realmente sucede, y antes de informar, verificar fuentes para acercarse lo más posible a los hechos, sin embargo no todos lo hacen, algunos, deforman la información en función de donde están parados y de sus propias creencias. Ciertos políticos con su acostumbrada demagogia, adaptan el discurso para comunicar lo que más les conviene, y se aprovechan de la división de la sociedad, llevando agua para su molino, sin medir las consecuencias de lo que dicen, incluso sabiendo que sus palabras pueden generar daños a la Nación. Por otro lado la contradicción de algunos grupos sociales impresiona, se manifiestan pidiendo justicia, encapuchados, con palos, destruyendo la vía pública y de manera violenta, piden justicia, pero paradójicamente para hacerlo, rompen las leyes.
Me pregunto como es posible que tanta gente este ciega a los hechos objetivos de la realidad y que acuchille sistemáticamente la verdad, justificando cualquier disparate con tal que se ajuste a su propio fanatismo ideológico. En este sentido es interesante ver las ideas de Festinger (1957), que hace referencia al autoengaño desde la perspectiva psicológica, en su Teoría de la Disonancia Cognitiva se refiere a la tensión o incomodidad que percibimos en nosotros cuando mantenemos dos ideas incompatibles entre sí. Su propuesta sostiene que las personas no podemos mantener simultáneamente dos pensamientos o ideas contradictorias, por lo que, justificamos esta contradicción con cualquier argumento por más absurdo que sea. Para ponerlo en términos sencillos voy a dar un ejemplo: Hoy en día todos sabemos que fumar es perjudicial para la salud, aumenta dramáticamente la posibilidad de contraer cáncer, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y esta asociado a muchas otras dolencias. Sin embargo una persona que fuma y que conoce perfectamente el daño que esto provoca en su salud, utilizó para resolver esta contradicción interna, una justificación absurda y me dijo: “yo conozco a una persona que fuma y ya tiene más de 90 años”. El autoengaño es parte del ser humano y es más frecuente de lo que creemos.
Tal vez esta teoría pueda iluminarnos aunque sea un poco, para entender porque muchas veces la verdad es destruida permanentemente. Parece que las personas podemos sostener determinados hechos como ciertos, sin tener fundamentos suficientemente válidos y aunque se alejen de la realidad objetiva, con tal de que sean congruentes con nuestras propias creencias y pensamientos. Es verdad que con mucha frecuencia las personas mentimos a los demás con objetivos espurios y con conciencia de nuestro accionar, pero otras veces, nos engañamos a nosotros mismos y ni siquiera lo notamos.
Lic. Santiago Bonomi
Matrícula CABA Nº 63442
Matrícula Prov. de Bs.As. Nº 98039
Consultorio: 011 6460 1212
Todo está teñido por ideología, pero lamentablemente el fanatismo guía de manera desmedida las creencias y acomoda la realidad en función de nuestras ideas. Esta distorsión de la verdad en el discurso de una gran mayoría de personas es llamativa. Los periodistas deberían atenerse a lo que realmente sucede, y antes de informar, verificar fuentes para acercarse lo más posible a los hechos, sin embargo no todos lo hacen, algunos, deforman la información en función de donde están parados y de sus propias creencias. Ciertos políticos con su acostumbrada demagogia, adaptan el discurso para comunicar lo que más les conviene, y se aprovechan de la división de la sociedad, llevando agua para su molino, sin medir las consecuencias de lo que dicen, incluso sabiendo que sus palabras pueden generar daños a la Nación. Por otro lado la contradicción de algunos grupos sociales impresiona, se manifiestan pidiendo justicia, encapuchados, con palos, destruyendo la vía pública y de manera violenta, piden justicia, pero paradójicamente para hacerlo, rompen las leyes.
Me pregunto como es posible que tanta gente este ciega a los hechos objetivos de la realidad y que acuchille sistemáticamente la verdad, justificando cualquier disparate con tal que se ajuste a su propio fanatismo ideológico. En este sentido es interesante ver las ideas de Festinger (1957), que hace referencia al autoengaño desde la perspectiva psicológica, en su Teoría de la Disonancia Cognitiva se refiere a la tensión o incomodidad que percibimos en nosotros cuando mantenemos dos ideas incompatibles entre sí. Su propuesta sostiene que las personas no podemos mantener simultáneamente dos pensamientos o ideas contradictorias, por lo que, justificamos esta contradicción con cualquier argumento por más absurdo que sea. Para ponerlo en términos sencillos voy a dar un ejemplo: Hoy en día todos sabemos que fumar es perjudicial para la salud, aumenta dramáticamente la posibilidad de contraer cáncer, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y esta asociado a muchas otras dolencias. Sin embargo una persona que fuma y que conoce perfectamente el daño que esto provoca en su salud, utilizó para resolver esta contradicción interna, una justificación absurda y me dijo: “yo conozco a una persona que fuma y ya tiene más de 90 años”. El autoengaño es parte del ser humano y es más frecuente de lo que creemos.
Tal vez esta teoría pueda iluminarnos aunque sea un poco, para entender porque muchas veces la verdad es destruida permanentemente. Parece que las personas podemos sostener determinados hechos como ciertos, sin tener fundamentos suficientemente válidos y aunque se alejen de la realidad objetiva, con tal de que sean congruentes con nuestras propias creencias y pensamientos. Es verdad que con mucha frecuencia las personas mentimos a los demás con objetivos espurios y con conciencia de nuestro accionar, pero otras veces, nos engañamos a nosotros mismos y ni siquiera lo notamos.
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