0
Empatía, compasión y autocompasión
Empatía, Compasión y Autocompasión
El título de esta sección debería ser únicamente «Autocompasión» porque es en lo que quiero hacer énfasis, sin embargo, considero que para entender la autocompasión es necesario comprender la capacidad de empatía y la compasión.
Desarrollaré brevemente estos tres términos muy conocidos pero a veces mal entendidos. Ser autocompasivo, cuidarse y ser amable con uno mismo, está mal visto. Parecería que es sinónimo de egoísmo. En realidad, tiene cierta lógica pensar de esta manera, porque vivimos en una sociedad individualista, en la que no escuchamos ni vemos al otro, aunque lo tengamos enfrente. Estamos aislados, sumergidos en nosotros mismos, en nuestros problemas y muchas veces persiguiendo propósitos mezquinos. Otra confusión a la que lleva este término es a pensar en alguien narcisista, por la idea de quererse a uno mismo, pero en realidad es todo lo contrario. El narcisista no tiene un verdadero amor por sí mismo, sino una fuerte inseguridad y una profunda baja autoestima. Su supuesto sentimiento de superioridad y su necesidad de ser el protagonista central, no es más que un mecanismo de defensa, un intento por evitar experimentar su propia fragilidad y desvalorización; un intento de escapar de lo que siente. Por otra parte, las personas narcisistas tienen muy disminuida la posibilidad de amar genuinamente a los demás y de ser empáticos.
La capacidad de empatía es un atributo importante para vincularse con otras personas. Se trata de entender lo que el otro siente, de poder ponerse en su lugar aunque no hayamos vivido la misma experiencia. La compasión va un poco más allá, porque además implica actuar, no solo comprender el padecimiento ajeno, sino también tratar de ayudar para que disminuya o desaparezca ese sufrimiento. Ser compasivo, aunque tiene por objetivo ayudar a otros, brinda gran satisfacción personal: dar es hermoso.
La autocompasión supone tomar conciencia de nosotros, cuidarnos, acompañarnos, nutrirnos de nuestro propio amor. Se trata de tener amabilidad con uno mismo, de respetarse disminuyendo el autojuzgamiento y la autocrítica para vernos de forma positiva, logrando aprendizaje a partir del error, en vez de castigarnos cuando nos equivocamos.
Para poder cuidarnos y querernos, es fundamental perdonarnos. Para algunos podrá ser sencillo, pero para mí —que cometí muchos errores durante mi vida— es una tarea titánica. Debo reconocer que me costó muchos años enderezar el barco. Seguramente podría no hacerme cargo de aquellas acciones de la adolescencia, era muy chico para entender qué estaba bien y qué no, pero en algún momento de mi vida esa excusa se acabó. Sin duda, hace tiempo que soy responsable de lo que hago.
Ahora, promediando los 50 años, entendí que tengo que ser amable conmigo mismo. Esa persona que fui en el pasado era una versión mía que no sabía lo que sé hoy. El camino y las experiencias me dieron madurez y conocimientos para ser un poco mejor, para perdonarme por aquello que considero que no estuvo bien y para comprometerme a hacerlo mejor en el presente y en el futuro, entendiendo cuales son mis limitaciones.
Autocompasión significa amarse y cuidarse a uno mismo, como lo hacemos con aquellos que amamos, y si bien parece fácil, les aseguro que no lo es. Cuando alguien está sufriendo o pasando un mal momento, es casi normal que tratamos de ayudarlo, reconfortarlo, para disminuir su sufrimiento, sin embargo nos cuesta hacer lo mismo con nosotros mismos.
En una cultura de la autoexigencia, abrirnos a nuestros sentimientos, permitirnos sentir lo que nos pasa, aprender a cuidarnos y amarnos es una capacidad fundamental, pero difícil de dominar.
Hay un ejercicio de meditación muy conocido, que tiene por objetivo vivenciar y desarrollar compasión y autocompasión. Se trata de cerrar los ojos por unos minutos, poner atención en la respiración de manera de conectarnos con nuestro cuerpo y con el momento presente. Luego de unos minutos, debemos traer a la mente la imagen de un ser querido a quien amemos profundamente y ver cómo nos hace sentir. Acto seguido, tenemos que agregarnos a nosotros mismos en esa foto mental.
Cuando lo hice por primera vez, pensé en mi esposa y en mi hijo: el solo hecho de evocar sus imágenes —mi mujer riéndose con sus ojos achinados y mi hijo abrazándola, disfrutando del momento— produjo una sensación de felicidad muy agradable. Para mi sorpresa, llegó a mi cara de forma automática una sonrisa involuntaria que se sostuvo en el tiempo durante toda la práctica que estaba realizando. En ese momento, me incluí en esa imagen en medio de ellos, participando del abrazo y de esa hermosa escena. Fue mágico, el amor que sentía por ellos me incluyó instantáneamente y me rebalsó de felicidad. En ese instante pude experimentar este sentimiento único por uno mismo. Creo que fue la primera vez que sentí conscientemente lo que era amarme.
La autocompasión nos ayuda a atravesar momentos duros en los que estamos angustiados, nos permite manejar de mejor manera emociones tales como el miedo, la tristeza, la vergüenza, etc. Si logramos querernos a nosotros mismos de manera franca, auténtica, vamos a poder ayudar a los demás de forma más efectiva. Amarnos sin duda aumenta nuestra capacidad de amar a otros.
Me sorprendí gratamente con la autocompasión, experimentarla evocó lo mejor de mí, me di cuenta de la importancia de quererme y de cuidarme, algo obvio, pero que no había hecho antes de la forma adecuada. Siempre tuve una actitud comprensiva y de asistencia hacia quienes lo necesitan y en general me caracterizo por ayudar a otros a resolver sus problemas, pero nunca me tuve realmente en cuenta, jamás pensé en cuidarme amorosamente ni valoré los costos propios de emprender determinados proyectos. La sensación de aceptarme, de cuidarme y de quererme a mí mismo fue una experiencia reveladora, placentera, liberadora y sumamente positiva.
Las personas que trabajamos en el área de la salud nos exponemos a situaciones difíciles de elaborar y muchas veces quedamos dañados por las experiencias ajenas. Si bien por mi profesión estoy todo el tiempo en contacto con el padecimiento de otros, aprendí a manejarlo para que no me afecte sobremanera y para estar presente y ser eficaz en la asistencia. Lamentablemente, algunas situaciones me sobrepasan y puedo estar tan afectado que pierdo capacidad de ayuda.
Hace tiempo apoyé a una persona que atravesaba una experiencia muy dolorosa como tantas otras situaciones tristes de las que me ocupo, pero esta en particular impactó fuerte en mí, porque hace años viví algo similar que si bien pude superar con éxito, me marcó para siempre. Al hablar con ella y aconsejarla quedaba «destruido», dañado emocionalmente, atrapado en recuerdos sombríos. De haber sido una paciente, lo correcto hubiera sido derivarla a otro profesional, pero en ese caso no se trataba de alguien que se atendía conmigo, sino que solo la acompañaba cuando lo requería como lo haría un amigo. Ahora sigo estando para ella pero tomo una distancia emocional sana para poder darle lo que necesita, cuidándome y teniendo en cuenta mis propios sentimientos y posibilidades.
La autocompasión es una herramienta eficaz para enfrentar situaciones complejas y para atravesarlas de mejor manera.
Consultorio: 011 6460 1212